lunes, 11 de abril de 2011

Extremadura se viste con las flores del cerezo


























Bajas de la cascada, undosa fuente,
con armonioso estrépito sonoro;
y en lecho de cristal y arenas de oro
forma quieto remanso tu corriente.
En tu emboscada margen, puro ambiente
une sus blandas quejas al canoro
himno, que de las aves alza el coro, 
y al eco en torno resonar se siente.
Salve, mansión que mis delicias fuistes,
regalo de mi alma enamorada, 
templo  otro tiempo de la gloria mía:
Vuelvo a encontrarte desdeñado y triste, 
y en desventuras mirarás trocada
la dicha que gozar me viste un día.









Cuando una parte de Extremadura se tiñe de blanco, es un momento maravilloso para perderse por sus senderos y probar las delicias culinarias de sus pueblos.

M. 

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